
Me pongo ropa para hacer deporte. Hago click en un enlace. Entreno. Me ducho. Ya estoy. Tan simple como esto es una clase en ENTRENAR online.
El monitor está ahí delante. Me está mirando, creo que no estoy haciendo bien estas sentadillas. “¡Laura! Apoya bien los talones en el suelo.” Le doy el Ok con la mano. “¡Así perfecto!” Se agradece que te indiquen como hacer bien los ejercicios, los haces con mucha más seguridad. Estoy reventada, menos mal que me he puesto Prodigy en la “playlist”, si no esta serie la acaba mi abuela, bendito gimnasio virtual. Descanso de dos minutos. Me meo. Que bien, mi baño. Vamos de nuevo: “¡¡Venga el último ejercicio, vamosssss!!” Buff a estirar.
- Gran clase, no era fácil. ¡Enorme esfuerzo cracks!
- ¡Hasta el jueves profe!
Me encanta la ducha post-entreno. La mente despejada. Con la pereza que me daba entrenar hoy, se me olvida a veces lo bien que me siento al terminar. Tendría que haber alguna manera de que te lo recordaras en ese momento en el que piensas picarte la clase. ¡La sensación de hacer las cosas bien! El cuerpo cansado pero fuerte. Gracias, gimnasio online, no me hubiera dado la vida para ir a ningún lado hoy. Pijama, cenar y a dormir. Voy a caer frita.